Exploración armónica en la NMC

Antonio Arnedo
Juan Sebastián Monsalve

Es pertinente comenzar señalando que esta sesión fue la más teórica de todas a las que asistimos, lo cual supone una clara limitación para El Orejón Sabanero, donde no escriben (aún) músicos. En este sentido, aclaramos que optamos por omitir todas las reflexiones teóricas y la terminología formal que atravesaron la sesión, por supuesto, no por considerarlas inapropiadas para esta reseña, sino porque carecemos de herramientas para abordarlas.

La sesión inició con una invitación al periodista musical Jaime Andrés Monsalve para que compartiera una síntesis de sus investigaciones en torno a las más antiguas grabaciones de jazz en Colombia. Tras una breve intervención, compartió con nosotros el audio de “Blanca”, un ragtime compuesto por Luis A. Calvo y grabado en los años 20 por Columbia Records, en Estados Unidos. Con este motivo sonoro, que dejó en un punto alto los ánimos de los ponentes, Juan Sebastián Monsalve partió de la idea de que el lenguaje de las músicas populares se ha complejizado por la vía del jazz. Para ampliar esta idea, habló de la diferencia entre la armonía propia del jazz y la de la música clásica europea, que consiste en las blue notes, definidas como la presencia de notas menores (o tristes, señaló) sobre acordes mayores (o alegres, insistió). Si bien la inclusión de blue notes en cadenas de conducción de voces le da al jazz su sonoridad armónica particular, en contraste con la música clásica europea, este fenómeno está presente en los cantos pentatónicos de longevas tradiciones, luego esta viene a ser una serie primitiva que incluso podría interpretarse como natural.

Arnedo, por su parte, señaló que los compositores colombianos abordaron en los años veinte la organología y los géneros  de la música norteamericana (a partir de los primeros registros sonoros) con el fin de abrirse espacio en la industria musical naciente enfocada en  los salones de baile. Sin embargo, mientras este proceso se da allá como el resultado de procesos sociales locales, aquí se incorpora de espaldas al contexto. Entretanto, y aun cuando los discursos oficiales se empeñan en negarlo, el ambiente de los cabarets fue el hogar de esa naciente 'música colombiana', que evolucionó en esa intención heredada solo hasta cierto punto, hasta llegar por fin a la conciencia de la música como un producto estético, vinculado a una identidad. Pero esta búsqueda no nació en los ochenta; tiene al menos en los Porros verdes de Pacho Galán uno de sus referentes.

Para Arnedo, la escasa asimilación de nuestras tragedias como sociedad ha desembocado en un escaso desarrollo armónico. Esta consideración surgió a propósito de su tema “El viaje”, compuesto a raíz de la muerte de Jaime Garzón. Resulta innegable una relación estrecha entre la armonía y el destino de la pieza. En otras palabras, ya que la armonía ayuda a contar la historia, es fundamental que aquella sea acorde a la intención de quien cuenta o narra a través de su composición.

Monsalve recordó una analogía que le planteó Humberto Moreno (MTM discos) al comienzo de los 2000, con sus primeras grabaciones: la armonía es a la melodía lo que el adjetivo es al sustantivo. Esto, para explicar que el acorde contextualiza la expresión de la melodía y que lo consigue no por acumulación sino por precisión. A propósito de esta función, recomendó a los asistentes buscar la música de León Cardona, para apreciar la riqueza de sus exploraciones armónicas en el bambuco. En el caso de las músicas populares del Caribe y del Pacífico hay una dificultad particular para la modulación armónica, por la estabilidad de sus triadas. Sin embargo, de tal dificultad nacen las exploraciones creativas de Curupira, la búsqueda de otras contextualizaciones armónicas, distintas al sistema diatónico, que es también una exploración alternativa a la del jazz pero que invita, como él, a aprovechar las manifestaciones de la música popular que sonarían a incongruencia.

Arnedo señaló que las búsquedas musicales en Colombia han tenido a Cuba y a Estados Unidos como referente y que no han sido búsquedas hacia adentro. En tal sentido, hace falta aún un lenguaje que sea más representativo de las músicas locales, en el cual la creación pueda aportarle a las melodías y no restarles. “La música debe salir de la música”, puntualizó. Se aludió al pandiatonismo, definido como la combinación de distintos lenguajes armónicos en una misma pieza, y a través de esta idea pasó a hablarse de la armonía como la multiplicidad de voces que acompaña o contextualiza la melodía. Se recordó que en Colombia existe un gran movimiento de improvisación libre, a propósito de lo cual Arnedo recordó los juegos con el intervalo desarrollados por Ornette Coleman.

La música de cada región nació con una melodía de allí y la armonía debe ser coherente con eso, insistió Arnedo, quien pasó a explicar con el piano y la guitarra sus arreglos de “El Bunde”, de “El pescador” y de su tema “El viaje”. Monsalve, por su parte, explicó también algunos aspectos melódicos y armónicos de varios fragmentos de su disco Bunde nebuloso (Independiente, 2001), e insistió en el trabajo de Curupira como la búsqueda de nuevas contextualizaciones armónicas para sistemas tradicionales.

Para finalizar, Arnedo recordó la idea de que la armonía viste al músico y resaltó la importancia de que los músicos insistan en la búsqueda de un lenguaje propio para catalizar el presente y la historia en común. A propósito de nuestra inquietud sobre esta insistencia, el maestro se refirió al trabajo de Jorge Velosa y al disco de Samuel Torres Forced displacement (Zoho, 2012) como expresiones recientes de ese interés por nuestro contexto complejo y hostil, al que los músicos no deberían dar la espalda. La jornada concluyó con una improvisación de los músicos que se animaron a participar, en la que el maestro Arnedo supo dirigir de tal modo que todos los sonidos pudieran escucharse.

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