La influencia de las tradiciones rurales en las líricas de la música urbana

Edson Velandia

La charla se inicia con la aclaración de que ni Edson es un músico campesino, o un investigador de la música campesina, ni Piedecuesta, su lugar de origen y residencia, es propiamente un entorno rural. Pero, aunque él se define como un músico netamente urbano, hablará del modo en que desde su infancia ha sido influenciado por toda una serie de tradiciones literarias y musicales, populares y urbanas, que han determinado en buena medida las características de sus líricas. 

En la Universidad, cuando estudiaba música académica y comenzaba con su primer proyecto musical, Santacruz, cuenta Edson que se topó con las Cartas a un joven poeta de Rilke, donde leyó que hacer poesía supone volverse hacia la infancia. Esta idea le resultó tan inspiradora, que a partir de entonces optó por poner en primer plano, más allá de la academia, todo lo que había vivido en su niñez. De allí proviene la rasqa, más que como una exploración, como el ejercicio de permitir que aflorara la sonoridad de las palabras mismas. Para él es fundamental que la música tenga un sentido y que sea divertida. Por eso, agregó, en su construcción de una canción la trata como si fuera un hecho científico; las palabras, una materia por observar. En varios momentos afirmó que él se define como un poeta y planteó el ejercicio de un pintor como analogía de sus procesos de creación.

La primera figura en su infancia es la presencia de su padre, de quien dice que era como vivir con el Quijote en la casa: un personaje rodeado de arrumes de libros a lado y lado del sillón, inventando teorías para cualquier idea o fenómeno y recitando para sí mismo todo tipo de poesía popular, canciones llaneras, coplas campesinas y poesía picaresca. Edson asegura que a partir de ese tipo de poesía (no la otra, la que él llama 'la correcta poesía' en alusión a la poesía culta) es como él encontró la manera de encontrarse a sí mismo. Lo prosaico, el doble sentido, lo picaresco, lo erótico, lo lúdico y lo vulgar viene de allí y alimenta sus líricas. Para ilustrar esta idea, Edson leyó al azar algunos fragmentos de Martín Fierro, de Don Quijote y algunas coplas tradicionales santandereanas, para señalar que la rima de la picaresca española se ha ido infiltrando en el campo a lo largo de la historia, y que al llegar allí, a las tradiciones campesinas, adquiere un color propio, su propia picardía, que a su vez influencia la creación en los centros urbanos. Esta lectura en voz alta le sirvió también para mostrar que la influencia rítmica de las coplas es indudable, pues al leerlas tienen ya música.

Retornando a la idea de la infancia, explica que de su padre también heredó el don del humor. Recuerda de niño las madrugadas en que lo levantaban el olor a café y el sonido de la música llanera que su padre ponía en la sala, mientras revisaba los libretos que él mismo hacía para Carcajadas melodía, en Radio Melodía o para La escuelita Caracol de Caracol Radio. Libretos que el niño Edson ayudaba a grabar (en las voces infantiles) junto a su padre y a los hermanos Ordóñez, dos humoristas piedecuestanos con los que Edson creció en su barrio. Por los mismos años, lo influenciaría también el grupo de música campesina en el que toca desde entonces su padre y con el que se reunía en la casa a practicar, en lo que sería la primera aproximación de Edson a la guitarra. Sería, así mismo, una lección sobre la amplitud del repertorio andino.

Un poco después, ya menos niño, Edson se rebela a su padre escuchando la música moderna que sonaba en las calles de Piedecuesta: la balada. Escucha a Miguel Gallardo, Rocío Durcal, Nino Bravo. En el colegio, de hecho, hace una presentación interpretando Fantasías de Chayanne. Escucha también a Ricardo Arjona, cuyo discurso resulta revolucionario para los católicos oídos santandereanos. Con toda esta diversidad en las fuentes que lo han inspirado en su trabajo, Edson agrega que su apuesta creativa ha sido renunciar hasta cierto punto a la investigación, para confiar en una sensibilidad atenta al entorno.

La charla terminó siendo orientada por las preguntas del público, que recorrieron distintos aspectos de la obra de Edson, sobre la cual compartió algunas anécdotas y la manera en que hoy ve su música. Habló sobre la composición de la ópera Sahuma, sinfonía que presentó en marzo de 2015 en el  auditorio Gonzalo Prada Mantilla de Piedecuesta con motivo de su reinauguración, luego de varios años como elefante blanco. Su intención, tal como lo sugieren el nombre y el espíritu de la pieza, era proyectarse allí como un chamán que bendice el recinto para protegerlo de la corrupción. También recordó la obra Seite Perdas Guerridas, inspirada en una guerrilla rosa, y que luego se transformó en la ópera Rasqa Morse. Habló también de “La muerte de Jaime Garzón”, canción que compuso para la obra de teatro Corruptour, país de mierda, el caso de Jaime Garzón, escrita y dirigida por Victoria Ochoa. Allí, a raíz de la investigación que da sustento a la obra, presenta la lista de los involucrados en el asesinato del humorista, con quienes se sabe que él mismo se entrevistó previo a su muerte, a pesar de lo cual el caso sigue en la impunidad. Imagina ese diálogo e intenta un final que sin ser moraleja, sea un poco justo con la historia.

En cuanto a su trabajo actual, explicó que ahora concibe su música más desde la perspectiva del arte como algo efímero. Viene enfocándose, pues, en la composición de obras en gran formato para la presentación en vivo, pero por lo pronto está alejado de la lógica de los discos. Tal vez como la canción del Negro Navas, un artista de Piedecuesta que, sin grabarla, logró poner a auditorios enteros a cantar una canción sobre la marihuana.

De esta manera, Edson pone en perspectiva su formación académica, que desde luego no desconoce y que de hecho está patente en toda su obra, pero con el convencimiento de que ésta se inspira en lo que es él como artista, que se expresa bebiendo de todo aquello que vivió en sus primeros años, sensaciones, imágenes y recuerdos que nacieron del paisaje mismo donde creció. Porque, insiste, como músico siente que tiene una responsabilidad con ese paisaje, con ese entorno de Piedecuesta donde aún vive, con su esposa y sus hijos. 

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