Proyección internacional de la música independiente colombiana en el siglo XXI

Eblis Álvarez
Camilo Velásquez
Antonio Arnedo

Se dio inicio a la sesión aclarando que la proyección anunciada a que alude el nombre de la jornada no es un fenómeno reciente. En el caso de Curupira, el proceso sí ha sido reciente: tras quince años de trabajo y seis producciones, hace apenas dos años surge en ellos la necesidad de transformarse en una empresa de autogestión. El año pasado visitaron en Nueva York el Festival River to River, visita que hizo posible gestionar en dos días su nuevo disco, Gaita fantástica. Pero esto no habría sido posible, explica Camilo, si no hubiera ya una fuerte convicción en el proyecto por parte de ellos mismos, quienes son conscientes del impacto histórico de este disco, no solo por la presencia de Curupira en este circuito del jazz, sino también por el modo en que se desarrolló la grabación. En este sentido, las grabaciones y los festivales en el exterior muestran un cambio de mentalidad, no solo en cuanto a la música, sino también en cuanto al lugar social de la interacción con industrias culturales, pues es un hecho que para poder vivir del arte es necesario ponerle la cara a las dinámicas del negocio. Para Camilo Velásquez, el hecho de que haya un proceso económico en marcha, lejos de amenazar la voluntad creativa, la potencia, entre otras cosas, porque jalona la necesidad de la vigencia.

Por su parte, Antonio Arnedo inició su intervención hablando de la diferencia que surge en los noventa en relación con las posibilidades de grabar. Entre los años 87 y 88 grabó su primer disco, con Satoshi Takeishi, como fruto del deseo de ver su música circular, y desde entonces ambos tuvieron una conciencia de lo que tendría que empezar a pasar con la música colombiana en términos de difusión. En los 80 estaba en boga el jazz fusión y muchos lugares en Bogotá mantenían una intensa actividad en vivo, alentada también por una destacada migración de cubanos por aquel entonces. Este fenómeno llevó a los músicos locales a pensar en su sonido y, en el caso de Arnedo, esta inquietud estuvo presente en su aporte a la música de la película La estrategia del caracol, que compuso junto a Carlos Vives en una fase inicial del proyecto, y en varias grabaciones que hizo (también hizo parte de Los clásicos de la Provincia) desde antes del 96.

Al respecto, Arnedo destacó la importancia de su encuentro con Humberto Moreno, gerente de MTM y cómplice de Travesía (1996), el primer disco que Arnedo grabó allí (con Jairo Moreno en el bajo y Satoshi Takeishi en la percusión). Luego vendrían cuatro discos más, dos de ellos aún muy vigentes. A continuación, Arnedo hizo una recapitulación de la experiencia del Colectivo Colombia, que él dirigió por cuatro años y que surgió en el 2004 a raíz del Primer encuentro de las músicas latinoamericanas en Medellín, que abrió una serie de convocatorias por las cuales pasaron varias agrupaciones colombianas que hacían parte de un panorama en gestación. La iniciativa fundacional del Colectivo era la de juntar todo este material para difundirlo, y su filosofía estaba marcada por la idea de que somos un país en tránsito, en medio del inmenso flujo de influencias que recorren todo el continente. Como parte de su recapitulación de la historia del Colectivo Colombia, Arnedo le recuerda al público que antes de 2005 no había como tal industrias culturales en el país y que de ahí la relevancia del Colectivo.

Habló también del modelo brasilero, que cuenta con una cadena de producción musical avanzada. Entre  los aprendizajes que le ha dejado su interacción con músicos brasileros como João Taubkin, Arnedo destaca que la circulación de la música no solo beneficia a los músicos, sino también al público. Para él, es importante tomar conciencia de la cadena de producción que implica la música y abrirle las puertas, como en Brasil, por ejemplo a eventos de música donde no van los músicos pero sí su obra, o, a proyectos que generan cadenas alternativas a las que produce cada proyecto; o, a la posibilidad de que los músicos toquen no solamente su música. Todo esto tiene un impacto en la proyección de lo que se espera hacer con la propia música.

Arnedo concluyó que el Colectivo Colombia es hoy más flexible que en sus inicios y se proyecta hacia nuevos rumbos. Para él, la colectividad es esencial para la proyección de las músicas locales en el exterior. Lo fundamental, señaló, es que las músicas tengan una finalidad, un sentido, y eso es lo que permite que la música trascienda, algo que aprendió de Hermeto Pascoal. También destacó la importancia de que músicos de afuera vengan a tocar con los locales, y que, en definitiva, se desarrollen nodos de información para los artistas que comparten propósitos. Tras una crítica a las dinámicas de las convocatorias oficiales, Arnedo insistió en la importancia de que los mismos músicos ayuden a difundir el trabajo de sus colegas.

Por último, Eblis Álvarez respondió a las preguntas con las que Luis Daniel Vega le dio la palabra, señalando que para Meridian Brothers no es un problema tener más toques fuera del país que en él, no solo porque eso mismo ocurre para los músicos de otros lugares, sino porque históricamente ha sido así para muchas músicas. En cuanto a su proyecto, señaló que de manera espontánea se ha ido generando un modelo de economía solidaria, que tal vez sea una respuesta a las limitaciones de la capacidad de industria en una ciudad como Bogotá. Pero a raíz de la grabación con Soundway Records de su disco Desesperanza (2012), la banda entró en el circuito de las disqueras y eso ha motivado para ellos la profesionalización de su sonido. Eblis señaló que la música tiene por sí misma una intención performadora y de proyección, lo cual resulta inevitable. En el caso local, es un hecho la influencia de Antonio Arnedo en la sonoridad colombiana, pero lo es igualmente el camino que han abierto Shakira y Juanes para que el nombre del país hoy sea reconocido en el mundo, en términos musicales.

Este fenómeno ha generado muchas críticas en el sentido de que las producciones locales tengan que acoger las exigencias de la industria extranjera, ante lo cual Eblis señaló que una cosa son las sutilezas estilísticas en las que trabajan muchos estudiosos de la música, y otra es el sonido homogéneo que buscan los mercados afuera. Para él, de lo que se trata es de crear una identidad coherente, que sea capaz de jugar con estos dos escenarios, que él resumió como la tensión entre lo privado y lo público. Recordó, al respecto, que en sus giras en el exterior ha visto que por ejemplo Meridian Brothers está para la gente en el mismo paquete que Chocquibtown. En este sentido, es importante encarrilarse en los requerimientos de la industria, pero sin perder la especificidad. Siempre hay que proyectarse, insistió, y encontrar una manera propia de hacerlo. Al respecto, Arnedo comentó que esa proyección también debe hacerse hacia adentro, y recordó que este es otro aprendizaje que emana del caso brasilero.

Eblis Álvarez insistió en que, a pesar de que hablar de lo comercial en el arte es un tabú, todo es comercial y, aceptémoslo o no, el modelo de las disqueras no ha cambiado. La música es un producto porque se mercadea desde una línea de comercio, de ahí la importancia de sectorizar el mercado, para lo cual Internet ofrece herramientas. Todo esto implica la exigencia de tener un buen producto y de observar los modelos, para pensarse a uno mismo dentro de la industria. Habló así mismo de la importancia de tener en cuenta, a la hora de crear, todo el ciclo de difusión: periodistas, bookers, DJS, programadores, entre otros, pues el trabajo no se puede vender sin la socialización de todos estos agentes. Habló de la importancia de la solidez de una escena, pues la luz sobre un género se da de manera progresiva. Usó la figura de un taladro que va sacando a la luz a medida que va cavando, para aludir a las búsquedas que inevitablemente emprenden las industrias allí donde identifican un nicho. Es lo que seguirá ocurriendo aquí, indicó, pues es innegable que se viene dando una sofisticación de la escena y, recalcó, eso mismo es indicio de que todo es comercial.

Para finalizar, se recordó que ser colectivo es también observar lo que hacen los otros (incluso lo que no nos gusta), y Eblis habló de la importancia de amoldar el gusto, dentro de esa postura intermedia entre las búsquedas en lo privado y las necesidades en lo público. Señaló que la música también modifica a los públicos y destacó, en su caso, el valor del baile como un instrumento de conocimiento, una idea de la investigadora Carolina Santamaría.

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