Talleres

Polimetrías, amalgamas y talas a las músicas colombianas
Andrés Felipe Salazar 
Urián Sarmiento 
Jorge Sepúlveda

Una primera parte del taller fue dedicada al recuento de la experiencia de los talleristas con los maestros de músicas tradicionales de Colombia y de la India, y a una reflexión sobre la manera en que en cada cultura se siente el ritmo.

A partir del concepto de polirritmia, entendido como la presencia simultánea de dos ritmos diferentes (binario y ternario, por ejemplo), el objetivo del taller giró alrededor de la experiencia corporal de dos ritmos simultáneos ejecutados con diferentes partes del cuerpo: palmas, pasos, señalamientos y canto. También se habló del concepto de amalgama como el hecho de mezclar dos elementos de diferente naturaleza, y al final se aludió al sistema rítmico de la música carnática de la India a través de la noción de talas, palabras que se usan para la composición de ritmos complejos. Estas talas recuerdan de alguna manera el método de la taketina.

Al lado de las talas y de la taketina también se introdujo el uso de mandalas como una posibilidad de representar el ritmo de manera circular. Con estos tres elementos, los talleristas mostraron cómo su aproximación a realidades rítmicas complejas no solo ha sido posible desde el conocimiento académico occidental, que incluso a veces resulta insuficiente para representar ciertos ritmos vernáculos, sino especialmente desde diferentes aproximaciones que les han permitido representar y comprender mejor las complejidades rítmicas de las músicas tradicionales, muchas de ellas polirrítmicas, o ambiguas entre lo binario y lo ternario. 


Taller de creación colectiva sobre estructuras afrocolombianas
María José Salgado
Juan Sebastián Monsalve
Mario Galeano
Urián Sarmiento

La primera parte del taller estuvo dedicada a amplias reflexiones sobre la función y el sentido de la improvisación entendida como un juego alrededor de la melodía, tanto en la música occidental como en el caso de los ritmos y formatos tradicionales. Se partió de la importancia de aproximarse a las músicas tradicionales sin las pretensiones del virtuosismo, lo cual amplía las libertades del músico. El primer ejercicio, con la invitación natural a que se integraran todos los instrumentos presentes, consistió en elegir entre todos al azar los siguientes elementos: primero, cuatro notas; luego; cuatro figuras; después, cuatro compases. Anotado esto, se practicó cómo sonaría y se abrió el espacio para algunos solos, en la búsqueda de una estructura para la pieza. Se encontró que era necesario un contraste para los solos de los vientos y se incorporó un canto solista, así como un currulao vocal. Al final, igualmente entre todos, se definió una introducción y un cierre. Fue muy emotivo para todos ver cómo la pieza iba surgiendo, iba tomando forma poco a poco. El segundo ejercicio lo propuso Mario Galeano, quien propuso una base de samplers para invitar a los participantes a improvisar. Por último, se habló del poder emocional de la música y se reflexionó sobre el diálogo con otras artes como un instrumento para controlar dicho poder. Se explicó también la distinción entre música diegética (que surge en la escena de una historia) y extradiegética (que se impone desde afuera a una escena y no hace parte de ella), para invitar a un tercer ejercicio que tendría como objetivo crear una pequeña pieza que recreara alguna historia contada por alguno de los participantes. En este ejercicio se exploraron elementos sonoros en función de los movimientos emocionales de los personajes de la historia, esperados en los oyentes.


Taller de improvisación sobre ritmos afrocolombianos
Andrés Felipe Salazar 
Jorge Sepúlveda 
Urián Sarmiento

Este taller se inició con una presentación del encuentro, en los años noventa, entre jóvenes músicos urbanos y el maestro Encarnación Tovar, “El Diablo”, tamborero multiinstrumentista y representante de la gaita negra del norte de los Montes de María. Se presentaron aspectos de su técnica en la interpretación del tambor alegre y también de su disposición pedagógica, que implicó uno de los primeros puentes entre esta tradición musical y una generación de músicos jóvenes del interior del país. Se presentaron grabaciones de corte etnográfico que documentaban la técnica instrumental del maestro Encarnación y se compartieron numerosas anécdotas de una relación que, más que pedagógica, fue una relación vital e intercultural entre los músicos.

Con la inspiración del maestro Tovar, en la última parte del taller se presentaron las particularidades rítmicas de los estilos del bullerengue (sentado, chalupa y fandango) y las características del ritmo merengue, sobre el cual se montó una pieza improvisada en la que participaron los talleristas y el público. 

Aplicación de la rítmica colombiana en la batería
Urián Sarmiento
Jorge Sepúlveda
Pedro Ojeda

La sesión tuvo un primer momento expositivo y luego sí un componente práctico. Se inició con la presentación de los músicos como tres percusionistas que tienen en común intereses estéticos, tanto en sus propias búsquedas como en las influencias que han recibido, de las que se mencionó a Ernesto Simpson, Satoshi Takeishi, Jeff Ballard y Pherroan akLaff. Ojeda precisó que sus influencias más tempranas en la percusión vienen de la música que escuchaban sus amigos en el colegio: Guillermo Buitrago, Pastor López y Los Corraleros del Majagual. Sepúlveda, por su parte, habló de su encuentro con Takeishi a través de Urián Sarmiento, de los discos de Antonio Arnedo y de su primer viaje al Festival del Porro de San Pelayo, experiencias que enriquecieron su observación de las texturas sonoras, sobre las cuales recorrer la libertad de la improvisación. Para Urián también fue revelador ver la libertad con la que Takeishi interpretaba ritmos tradicionales colombianos, aunque su proceso como tal inició con Curupira, donde pudo explotar su curiosidad por la asimilación, desde el tambor, de las posibilidades de la batería. Estando de acuerdo en que la influencia depende mucho del contexto de cada quien, compartieron la idea de que la percusión de Takeishi en Colombia (2000), cuarto disco de Arnedo, es toda una cátedra de melodía rítmica, en la que destaca la capacidad melódica en dos planos al mismo tiempo. Al respecto, Jorge reflexionó sobre el espacio rítmico como un discurso melódico.

Para entrar en materia, se señaló que la síntesis de las músicas colombianas en la batería no está escrita y, en relación con ello, Urián invitó a los músicos a que cada uno abra su propio camino pues las posibilidades están siempre abiertas. Jorge anotó que los músicos tradicionales llevan su intuición muy lejos y que esto lo ha influenciado no solo en la música, sino también en el modo en que estos maestros se aproximaron a ella. Pedro, por su parte, indicó que le debe mucho en su aprendizaje no solo a los festivales, sino también a los discos. Por ejemplo, los de Son Palenque: luego de oírlos mucho, se dio cuenta de que mucha música colombiana comparte claves, idea que ilustró mediante la audición de Manuel Álvarez y sus dangers, un grupo samario; de Son Palenque mismo; de Peregoyo y su Combo Vacaná, y por último, de Pedro Laza y sus Pelayeros. 

Los tres músicos estuvieron de acuerdo en que Colombia cuenta con una sólida escuela baterística, en la que destacan los nombres de Guillermo Navas (quien tocó y grabó con importantes orquestas como la de Marcos Guilkes, Pacho Galán y Lucho Bermúdez), Pompilio, Wilfredo Cuao, Plinio Córdoba, Germán Chavarriaga y Wilson Viveros. A partir de las muestras que compartió, Pedro habló de su exploración de las claves colombianas y de los ritmos a que dan lugar, así como de la estrecha relación con las músicas afroamericanas. Ilustró una amplia variedad de dichas claves mediante la exposición de los compases y la ejecución, a la que invitó a todos los participantes a unirse. Se pudo, pues, hacer un reconocimiento de múltiples percusiones colombianas mediante la conga, el timbal, los tambores, la batería, los cencerros y las palmas. Se habló también del encuentro de claves en el Pacífico y en el Caribe, y se señaló que en todas las músicas de América está presente la alternancia entre los tiempos binario y ternario, cierta relación continua entre tensión y relajación, a propósito de lo cual se recordó que el bambuco y el pasillo son ritmos que provienen de los tambores. Al final de la sesión se recomendó escuchar las agrupaciones colombianas Los Teen Agers, Sexteto Miramar, Columna de Fuego y Nelda Piña y La Boa.

Coda

El cierre del Seminario fue un emotivo concierto con el siguiente programa:

1. “El viaje”, de Antonio Arnedo.
2. “La funklórica”, de Curupira.
3. “Lambada de Oceanía, África y América”, Los Pirañas.
4. Improvisación de Bin Ban, dirigida por Edson Velandia.
5. La flor del melón, interpretada por todos los asistentes e invitados. 

Volver al índice

No hay comentarios:

Publicar un comentario